Gea: madre Tierra. Pintura de Josephine Wall
De acuerdo a la mitología griega, Caos es el primer dios del universo. Es
una divinidad, sin cuerpo ni ancestros. Es la designación de abismo y
oscuridad, pero también es la deidad
primordial que origina la vida a través del nacimiento de Gea: la madre tierra que da comienzo a
todas las razas divinas. Y es así como el Caos, aquel vacío que ocupa la nada, dijo
-¡Hágase la creación de la forma!-. Con
ello, se convirtió en el precursor y socio del orden, el cual se transforma en
una condición necesaria de todo lo que la mente humana desea comprender.
Existe una historia similar pero
trasladada al proceso editorial. Todo comienza desde el origen de las ideas producto
de la mente del autor que, tras varias noches y días de agolparse de manera
desordenadas en su cabeza, empiezan a tener forma. Acto seguido procederá a
materializarlas en hojas de papel, convirtiéndose en un manuscrito que espera
llegar a manos del editor. Para
que su creación sea presentada a la perfección, debe de releerse una y otra vez para evitar fallos y sus ideas sean transmitidas correctamente.
Sin embargo al tener un apego
especial a su obra, el autor puede mostrarse incapaz de detectar errores. Creando un
desequilibrio que se encamina directo al caos: ideas incompresibles, incapaces
de ser precisas y claras. Pero no todo está perdido, al igual que Batman
necesita de Robin, el escritor cuento con un ayudante, quien con su singular
preparación profesional, curiosidad intelectual, pasión en la lectura y con un lápiz a su alcance, se encargará de hacer anotaciones que permitan comunicar
de manera nítidas y ordenas la visión del creador a través de su manuscrito.
De acuerdo a Datus C. Smith en su
libro Guía para la publicación de libros, en el capítulo Corrección del
manuscrito, los
aspectos que un corrector debe cuidar son: 1) legibilidad; 2) unificación; 3)
gramática; 4) claridad y estilo; 5) veracidad de la información; 6) propiedad y
legalidad, y 7) detalles de producción.
Legibilidad:
Cada palabra del manuscrito debe
ser clara y legible, esto con la finalidad de dejar un manuscrito tan claro que
el tipógrafo sin tener que detenerse a pensar sepa que es lo que va a
tipografiar. Si el manuscrito es entregado en pésimas condiciones para el
trabajo de corrección, el corrector debe regresarlo al autor y pedirle que lo
presente en mejor forma.
Unificación
Lo más importante es la labor de
dotar al texto de uniformidad en cuanto a la ortografía, puntuación y otros
aspectos, ante esto el corrector tiene la responsabilidad de velar por una
unificación de principio a fin a través de:
Ortografía: el corrector debe detectar y corregir los múltiples
errores ortográficos que los autores suelen cometer.
Transliteración. Representa el mayor problema de las relaciones
interculturales. Al ser un amplio
intercambio de ideas e información cultural entre regiones que emplean idiomas
distintos, la transliteración de los signos de un idioma a otros, se convierte
en uno de los aspectos más importantes de la escritura, y uno de los más
difíciles.
Puntuación. Como lo señala Datus la corrección de un manuscritos es un
arte y no una ciencia exacta, y esto es particularmente cierto en el caso de la
puntuación. Existen normas generales de puntuación en la gramática, pero para
la mayor parte de los problemas de puntuación más bien predominan el gusto
personal y el estilo de dichas reglas.
Abreviaturas. La mayoría de las abreviaturas no están sujetas a
normas universalmente establecidas, sino a criterios de unificación y a la elección
entre varias opciones.
Gramática
El corrector debe asegurarse de
que el manuscrito esté gramaticalmente correcto cuando es turnado al tipógrafo.
A veces no siempre resulta fácil establecer qué es correcto o incorrecto en un
idioma.
Claridad y estilo
Como su nombre lo menciona, es la aclaración de las ideas que el autor no comunica con precisión. En cuanto al estilo muchos editores, consideran que el trabajo del autor se respete. Esto es más
frecuente en el campo literario que en libros de difusión. En el caso de los
libros de difusión se cuenta con mayores libertades para proporcionar ayuda al
autor y al lector en la exposición más nítida de las ideas; ya que en algunos
casos expertos en la materia carecen de experiencia en la redacción.
Veracidad de la Información
Obviamente, el corrector no
cuenta con el tiempo necesario para comprobar todos los datos que aparecen en
el texto, pero si cuenta con un buen nivel de conocimientos sobre diversos
temas, puede detectar errores al dar lectura al manuscrito. Un buen corrector
desarrolla un "sexto sentido" que lo induce a corroborar afirmaciones
que le parecen sospechosas.
Propiedad y legalidad
El corrector tiene la
responsabilidad ante el editor de observar a detalle cualquier cosa del
manuscrito que pueda violar las leyes nacionales o esté en contra de la
política editorial de la empresa, la decencia y la propiedad.
Detalles de producción
El corrector, en un principio
debe cerciorarse de que el manuscrito esté completo: portada, tabla de contenido, prefacio, pies de
página, ilustraciones, pies de ilustraciones, mapas; títulos de capítulos,
bibliografía, glosario, tablas y demás. Posteriormente indicará al tipógrafo
del tamaño y tipo de letra, la longitud de la línea, el interlineado, entre
otros detalles. Si existe un diseñador del libro, éste es quien debe establecer
estas especificaciones de acuerdo con el corrector.
Con lo anterior se puede concluir que la creación de un mundo
literario no es una tarea sencilla, debe surgir del caos para tener orden. Por
suerte el creador o escritor cuenta con su Robin para traer equilibrio a su
mente, a su vez le permita observar, desde
otra perspectiva, la visión de su más grande creación: el manuscrito.
Bibliografía: Datus C. Smith: “5. Corrección del manuscrito”, en: Guía
para la publicación de libros, UdeG/ASEDIES-México, 1991, pp. 69-82.
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